Una nueva sintonía: Knicks adquieren Baron Davis

En las tierras prósperas de New York, finalmente, están surgiendo brotes saludables luego del paso fatal del huracán oscuro llamado Isiah Thomas.

En sólo cinco minutos se puede incendiar un bosque, pero se necesita casi un centenar de años volver a ponerlo en pie.

Los Knicks necesitaron un poco menos de t
iempo, pero sería un error pensar que no tuvieron que sacar la escoba para barrer los escombros que habían quedado a la vista. Años de gestiones equivocadas en el mercado más grande de Estados Unidos, frustraciones repartidas y manejos imprudentes no podían terminar sin cirugía mayor; cuando la casa se prende fuego, no alcanza con soplar fuerte. Se necesita entrar con toda la energía posible para cambiar la situación.

Se necesita valentía e inteligencia. Sobre todo inteligencia.

En el camino de la reconstrucción, el viejo Donnie Walsh apostó a Mike D'Antoni. Quería cambiar las carretas por autos deportivos, devolverle la alegría al público del Madison Square Garden y hacer que Spike Lee vuelva a ser un personaje divertido y no el hombre opaco de los años de desdichas.

Hubo errores, como por ejemplo haber destruido, en la temporada pasada, la unidad que tan bien funcionaba, para conseguir a Carmelo Anthony contra viento y marea. Salir a navegar con anuncio de tormenta nunca es es recomendable, pero es lo que pasa con la ambición: todos quieren el anillo, no importa si hay que caer en el abismo para conseguirlo.

En esta temporada, los Knicks necesitaban sumar, con urgencia, un centro y un base natural. Esa era la gran misión para poder ser competitivos, y la llegada de Tyson Chandler para la pintura fue como encontrar una cascada en el desierto, porque es un jugador hecho a la medida de las necesidades de los Knicks.

Pocas veces vi un partido tan desprolijo como el de los Knicks ante los Nets en pretemporada. Sumando las pelotas perdidas por doquier y los tiros mal ejecutados, los diez jugadores en cancha formaban un grupo de payasos grises y azules haciendo un número cómico de un circo de bajo costo. Pese a ver cómo los aficionados se tomaban la cabeza por el nivel que veremos en el arranque de la NBA, hubo algunas puntas de lanza que nos permitieron ver cambios importantes en la estructura de NY.

Ver defender a un equipo de Mike D'Antoni es tan extraño como encontrar un oso polar en Dubai. Chandler ha logrado que sus compañeros participen de una idea. Todavía están desorganizados y les cuesta entender que existe algo más que el balón, pero en los entrenamientos el ex centro de Dallas Mavericks funciona como un director de orquesta: mira todo y señala en qué lugar de la cancha están desafinando.

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